El limonero de mis abuelos

Tal vez sea un tiempo donde al estar en los cuarenta y tantos: la nostalgia vuelve… Afloran en mi mente las tardes y las mañanas bajo el limonero de mis abuelos jugando a «la mamá», a «la maestra», a «la oficinista», a «la secretaria», etc etc …

Se vuelven a sentir esos olores, esa sensación tierna y sueve de un hogar que te abraza, de un árbol que te acobija… Olor a limones amarilllos bien amarillos, y su exquisito aroma, todo florecido, con algunas blancas florcitas y hojas muy verdes.

Pero lo más importante es que estaba en la casa donde crecí, viví y aprendí tanto, en la casa de mis abuelos.

Siempre me gustó jugar bajo su sombra, sintiendo ese lugar como mi refugio en el patio. Pasé los mejores momentos de juegos, y ya de adolescente de tardes de escritura y lectura. Son lugares, momentos, situaciones, aromas que quedan sellados a fuego en nuestra alma.

A la mañana tenía ese no se qué, que te abrazaba el corazón, y en los atardeceres te regalaba magia para soñar, volar, creer que todo lo que uno soñaba se haría realidad en un futuro.

Volver la vista atrás, el tiempo atrás me trae recuerdos de muchos seres queridos compartiendo juegos, charlas, risas, comidas, navidades, años nuevos, cumpleaños, mates…

En ese lugar era yo misma, como intento seguir siéndolo hoy en día, pero era un «yo misma» sin demasiadas vueltas, dolores, enrosques que el tiempo de la adultez suele traernos.

Agradezco la sonrisa de mi abuela, sus chistes inolvidables, su comida casera, su complicidad amiga. Agradezco la firmeza de mi abuelo, su permanecer sentado en una silla y ser a veces mi público, otras mi alumno y alguna que otra vez hasta llegué a maquillarlo.

Al lado del limonero, la «pelopincho», la pileta de lona donde solía compartir ratos con papá, juegos, -y cuando siete años después llegó mi hermana- momentos únicos e irrepetibles, junto a ella. De mamá recuerdo sus trajines, siempre estaba apurada, corriendo de un lado para el otro de la casa con sus quehaceres, y cada tanto pasaba a mirarnos cómo nos tirábamos en «la pile».

La infancia, la niñez, la adolescencia, como quieran llamarlo pero es tiempo atrás en mi historia, y espero que en algunos de los que lean estas líneas puedan también atesorar en sus corazones esos lugares, esos espacios que nos hicieron felices allá, cuando niños/as…

Karen Erra

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2 comentarios en «El limonero de mis abuelos»

  1. Me encantó, ¡qué linda reflexión! Transmite algo de esa magia de los primeros años. Tiempo de una belleza única e irrepetible, volver allí es cómo encontrar agua en el desierto.

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